lunes, 23 de mayo de 2011

ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO DEL RESPETO Y EL MIEDO

Darío Obstfeld

ALGUNAS CONSIDERACIONES EN TORNO DEL RESPETO Y EL MIEDO



Respeto- trato y encuadre

El diccionario define al respeto como la actitud que guarda las consideraciones debidas a las personas o a las cosas. Implica, además, una actitud de acatamiento a lo establecido por la ley. Por otro lado, está relacionado con algunas formas de tolerancia al otro al no imponer con violencia los propios gustos y opiniones. En su segunda acepción la vincula con el término “miedo”. (DRAE; M. Moliner, 1986)

El respeto forma parte del trato con el que un sujeto se dirige a otro y frente a quién se mantiene una conducta de consideración. Ésta implica, entre otras cosas, la valoración por la persona del otro. Dicha valoración es importancia, que corresponde, en términos metapsicológicos, a la investidura de una representación (Chiozza, 1983f). El respeto sería entonces producto de haber investido a un objeto, a partir de cualidades valiosas de éste y supone un trato de adecuación con aquello con lo que se trata. Dicha adecuación se traducirá en el encuadre en el que el vínculo se establece.

Si por algún motivo, entonces, uno de los términos de ese trato vincular no mantuviera el encuadre preestablecido, surgirían posiblemente alteraciones en las que uno o ambos integrantes del vínculo podrían sentir una forma de maltrato que se podría expresar, por ejemplo, como falta de respeto. Por lo tanto, si bien como dice Ortega y Gasset (1910) “la falta de respeto es, al cabo, una forma de trato” (Pág.473), el respeto por el encuadre, que es la forma en la que se enmarca una relación, parecería constituir una primera forma del buen trato sustentada en el respeto por las formas.

Chiozza (2005) sostiene, “Cada relación humana se juega en su particular encuadre, y cuando intentamos quebrar esas reglas, es porque revivimos dificultades que nos invitan a “patear el tablero”. Una parte importante de ese tablero la constituyen las costumbres y los buenos modales que configuran preceptos, normas que a veces llamamos sociales y otras veces morales.” (Pág. 277)

Kant (1785, 1788, citado por Pragana, 1982) considera que “el respeto es el sentimiento moral por excelencia. Afirma que lo que nosotros reconocemos inmediatamente como una ley, lo reconocemos con respeto, y que este respeto significa solamente la coincidencia de la subordinación de nuestra voluntad a una ley, sin mediación de otros influjos en nuestro sentir. Por lo tanto considera al respeto como efecto de una ley sobre el sujeto. Efecto que denomina positivo ya que habría uno negativo, la humillación, que resultaría del menoscabo que sufre el amor a sí mismo al enfrentarse con la ley. Entre ambos – humillación y respeto- se constituiría el sentimiento moral”. (Pág. 91). Pragana (1982) destaca además que para Kant, el objeto de respeto es sólo la ley, aunque por extensión las personas también lo son, en la medida en que encarnan ejemplos de cumplimiento de la ley.

En esta última apreciación el respeto parecería transitar en una sola dirección, desde el sujeto hacia la ley o desde “abajo” hacia “arriba” .

Freud, (1912-13), citando a Frazer, plantea el modo de vínculo entre el Tótem y la tribu, y dice: “Un tótem (...) es un objeto hacia el cual el salvaje da pruebas de un supersticioso respeto porque cree que entre su propia persona y todas las cosas de esa especie existe un particularísimo vínculo. (...) La conexión entre un hombre y su tótem es recíproca; el tótem protege al hombre, y este da muestras de respeto al tótem” (pág. 106); pero, en el planteo de Freud, no sólo aparece el ejercicio del respeto de “abajo” hacia “arriba”, sino que también el tótem mantiene, un trato de respeto hacia el hombre. En este sentido dice: “Si el tótem es un animal temido y peligroso, se supone que respeta a los miembros de linaje que lleva su nombre” (Freud, 1912-13, pág.104)

Freud (1912-13) plantea además que a partir del respeto por los dos tabúes del totemismo (parricidio e incesto) comenzó la eticidad de los hombres. “Dadme una raza respetuosa”, dice Ortega y Gasset, (1908) “y os prometo una cultura floreciente” (Pág. 437)

Por lo tanto, en distintos niveles y formas de manifestaciones el respeto parecería implicar a ambos integrantes del vínculo. Es, en ese sentido, una actitud bidireccional aunque con diferencias particulares propias de cada uno y de cada rol dentro del vínculo, y tanto puede quebrarse en un sentido como en el otro.

Por lo tanto el respeto implica, en el acto de valoración, los límites y diferencias entre los integrantes de un vínculo . Cuando esta diferencia es tolerable el respeto se manifiesta en un auténtico buen trato. Pero si esta diferencia no pudiera tolerarse debido a que despierta en alguno de los integrantes del vínculo, una vivencia de poca valoración por sí mismo, al valorar al otro, sería posible pensar que, defensivamente, el sujeto podría recurrir a incrementar las bondades del objeto hasta hacerlo inalcanzable y evitar de este modo sentimientos de rivalidad y envidia que se despiertan por la diferencia entre ambos o, por el contrario, a denigrarlo y mancillarlo intentando evitar el sentimiento de menoscabo frente a él. En ese sentido la falta de respeto que se manifestaría por ejemplo en la denigración, la caricatura o la burla (entre otros) ocultarían la intolerancia frente a la propia dificultad para sentirse valioso.

Es posible pensar además que otras actitudes entre las que se encontrarían, por ejemplo, la humildad y la modestia, sean piezas fundamentales del respeto ya que a partir de ellas sería posible el reconocimiento de la diferencia entre ambos sujetos. Por oposición, la arrogancia, la altanería, la insolencia, etc. parecerían aludir a actitudes sustentadas en la carencia del respeto necesario en un vínculo saludable.

En síntesis el respeto parecería corresponder a una actitud que establece una cualidad de la forma de trato que posee las características de consideración, tolerancia, humildad y sumisión. Entraña el cumplimiento con las normas y órdenes morales y sociales que implica un reconocimiento del valor y la diferencia con aquello que se respeta.


Respeto y miedo

Como citamos anteriormente, una acepción que tiene la palabra “respeto” es “miedo” . A partir de lo anteriormente planteado, sería posible pensar que esta acepción forme parte de un malentendido.

Si el respeto es valoración, investidura libidinal, estaría sustentado entonces en el amor al objeto. Por su parte, el miedo, no parecería estar sustentado en el amor al objeto sino por el contrario, por el amor propio, ya que conduciría a tomar actitudes de obediencia sólo por temor a las represalias. En este mismo sentido Freud, en “Introducción del narcisismo” (1914c), plantea que el niño abandona el complejo de Edipo por temor a la castración, ya que prefiere conservar su “integridad” a mantener sus aspiraciones. El miedo entonces, sustentado en la amenaza de castración, podía conducir a mantener un vínculo con características que si bien no son de auténtico respeto, se le asemejan y podrían confundirse.

A partir de lo dicho sería posible pensar que cuando un sujeto siente que no obtiene el respeto (y la valoración) que siente que merece, podría intentar, fallidamente, alcanzarlo a través de infligir temor en el otro, con el que intenta alcanzar manifestaciones que se asemejarían a las que corresponden al respeto. Trueca así la sumisión y la obediencia basados en la valoración y el amor, por el sometimiento, (y la obediencia del miedo) basado en el amor propio (del otro por sí mismo, por temor a la castración) y mantiene oculto los motivos “reales” por los cuales no ha conseguido el respeto del otro; pero a partir de ser obedecido conserva la fantasía ilusoria de ser respetado. De este modo la dificultad para alcanzar la valoración se transforma en imposición.

Posiblemente esta forma fallida del respeto tendría como transfondo la sensación de que el auténtico respeto se siente inmerecido. En ese sentido el sujeto, ávido de respeto, se encuentra atrapado en un callejón sin salida. Si consigue alguien que lo valore y respete siente que lo ha engañado; Si no consigue que lo respeten, el “amago de conciencia” de los motivos del fracaso (o sea los motivos por los que no lo merece), no lo tolera, y prefiere recurrir a generar miedo en el otro provocando un sometimiento que se traduce en un trato “como si” lo respetaran, y no consigue alcanzar la valoración que anhela.

El miedo, entonces, en esta situación particular con la que se confunde con el término respeto, estaría sustentado en la debilidad del yo, mientras que tal como dice Ortega y Gasset (1964) el respeto es síntoma de robustez personal y además condición de ella.




BIBLIOGRAFÍA

• Chiozza L., Barbero L., Casali L., Salzman R. (1993f [1992]) Una introducción al estudio de la clave de inervación de los afectos. En La transformación del afecto en enfermedad. Luis Chiozza- alianza editorial, Bs. As. 1998.
• Chiozza Luis (1983f) “La paradoja, la falacia y el malentendido como contrasentidos de la interpretación psicoanalítica”, 1983) en Hacia una teoría del arte psicoanalítico, Luis Chiozza, alianza editorial, Bs. As., 1998, Pág. 261-278
• Chiozza Luis (2005) Las cosas de la vida, composiciones sobre lo que nos importa. Editorial Zorzal, Bs. As., 2005.
• Chiozza Luis, Laborde V., Obstfeld E., Pantolini J. (1966a) “Estudio y desarrollo de algunos conceptos de Freud acerca de interpretar”.en Hacia una teoría del arte psicoanalítico, Luis Chiozza, alianza editorial, Bs. Ss., 1998, Pág.19-38
• Corominas J., Breve Diccionario etimológico de la lengua castellana. Editorial Gredos, Madrid, 1990
• DRAE Diccionario de la Real Academia Española., edición CD-Rom, Espaas, Madrid, 2003
• Freud Sigmund (1912-13) Tótem y Tabú. Sigmund Freud Obras Completas, Amorrortu Editores, Tomo XIII , Pág. 1
• Freud Sigmund (1914c) Introducción del narcisismo. Sigmund Freud Obras Completas, Amorrortu Editores, Tomo XIV, Pág. 65.
• María Moliner, Diccionario del uso del español. Editorial Gredos, Madrid, 1986
• Ortega y Gasset (1908) “Sobre el santo”, en Personas, Obras, Cosas, 1916. Tomo I, Obras Completas, Alianza editorial, Madrid, 1983
• Ortega y Gasset (1964) “Pío Baroja: Anatomía de un alma dispersa” en Tomo IX, Obras Completas, Alianza editorial, Madrid, 1983
• Ortega y Gasset, (1910) “Adán en el paraíso”, en Personas, obras, cosas, 1916. Tomo I, Obras Completas, Alianza editorial, Madrid, 1983
• Pagana, Guillermo A. (1982) Consideraciones sobre el respeto. En XIII Simposio del Centro de investigación en Psicoanálisis y Medicina Psicosomática. Bs. As. enero de 1982

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