lunes, 23 de mayo de 2011

APROXIMACIONES A LA COMPRENSIÓN DEL SENTIDO DE LA CONTRACTURA MUSCULAR




APROXIMACIONES A LA COMPRENSIÓN DEL SENTIDO DE LA CONTRACTURA MUSCULAR
(tercera comunicación)



Dr. Dario Obstfeld




Fundación Luis Chiozza

- agosto de 2001 –





I- BREVE RESEÑA

Chiozza (Chiozza L., 1996) comentó años atrás la idea que la contractura muscular representaría una acción que ha sido inhibida. Se correspondería con un conflicto entre “hacer” o “no hacer” determinada acción. En otros términos, el deseo y la inhibición del mismo.

Sobre esa base y la idea del tono muscular, como aquello que representaría a la fuerza de la acción, introduje en otra oportunidad , la idea que “la contractura podría representar el deseo de mantener activa la fuerza para llevar a cabo una acción que ha sido inhibida por el yo debido a que, por algún motivo, no la autoriza”. Fui desarrollando entonces la idea según la cual la contractura muscular, en la medida que afecta los músculos relacionados con la postura corporal, representaría el esfuerzo sostenido por mantener una postura frente al mundo. Una postura que el sujeto siente que no puede conservar pero que tampoco desea abandonar. Esta situación, que la vinculaba al sentimiento de impostura, intenté desarrollarla en una segunda comunicación enriqueciéndola con la representación de una lucha propia de “la lucha por la vida” que el sujeto siente que tiene que llevar a cabo ocultando la inseguridad y el temor que le despiertan.

Sustentado en las anteriores comunicaciones y en función de posteriores elucidaciones, me propongo en esta oportunidad, ahondar, una vez mas, en la comprensión del sentido de esta tan común afección.


II- A MODO DE INTRODUCCIÓN:

La contractura muscular ha sido descripta, en los inicios del psicoanálisis, ocupando un lugar dentro de los síntomas histéricos. Charcot la describía como parte de síntomas de hiperexcitación neuromuscular propios de la histeria. Freud (1888-89, pag 85) relata que “informes de épocas pasadas y de países remotos, compilados por Charcot y sus discípulos, no dejan subsistir ninguna duda: las particularidades de los ataques histéricos, de las zonas histerógenas, anestesias, parálisis y contracturas, se han mostrado, en todo tiempo y lugar”.

En tanto la contractura era considerada un síntomas histérico, respondía a las leyes etiológicas que de éste se tenía en la época. Freud buscaba un trauma infantil que, reprimido y luego manifestado a modo de una conversión, justificara la existencia del síntoma en el enfermo. De este modo refiere: “nuestras experiencias nos han mostrado que los síntomas más diferentes, tenidos por operaciones espontáneas, por así decir, idiopáticas, de la histeria mantienen con el trauma ocasionador, un nexo tan estricto como aquellos otros fenómenos más transparentes en este sentido” (Breuer y Freud, 1893a, pag 30)

En Inhibición síntoma y angustia (Freud, 1926d), explorando la formación de síntoma y la lucha secundaria del yo contra el síntoma, hace referencia a la contractura muscular dentro de los síntomas más frecuentes de la histeria de conversión. Al respecto el autor dice: “son procesos de investidura permanentes o intermitentes” de los cuales “no sabemos decir mucho acerca de [ellos]” ; ”Mediante el análisis se puede averiguar el decurso excitatorio perturbado al cual sustituyen. Las más de las veces se llega a la conclusión de que ellos mismos participan de este último, y es como si toda la energía del decurso excitatorio se hubiera concentrado en este fragmento”.

Acerca de la parálisis motriz, uno de los síntomas a los que hace referencia, dice: “es la defensa frente a una acción que habría debido ejecutarse en aquella situación [pretérita], pero fue inhibida”; sobre la contractura afirma que “suele ser un desplazamiento hacia otro lugar de una inervación muscular intentada entonces...” (Freud, 1926d, pag 106)

Años mas tarde, W. Reich (1933), establece una relación entre la tensión muscular duradera y la angustia. Volveremos más adelante sobre este tema.

El presente trabajo se apoya por entero en el concepto de Chiozza (Chiozza, 1976b [1971]) de que todo trastorno orgánico lleva implícita una fantasía inconciente específica. En el intento de comprender cual es la fantasía inconsciente de la contractura muscular nos serviremos, en primer lugar, de las representaciones que nos brinda la fisiología y la función del órgano cuya alteración sostiene el encadenamiento fisiopatológico del cuadro clínico. De este modo, resultará útil a los fines de este trabajo, comenzar por el sistema neuromuscular.


III- EL SISTEMA NEUROMUSCULAR:

El sistema motor del reino animal abarca tres sistemas anatómicos interrelacionados: el sistema esquelético, el sistema muscular y el sistema nervioso. El primero aporta las palancas óseas para generar el movimiento, el segundo aporta la potencia para mover las palancas y el tercero dirige y regula la actividad de los músculos (Gowitzke y Milner, 1999).

Los nervios, tanto en sus fibras sensitivas como motoras, inervan los fascículos musculares a través de dos tipos de neuronas: las neuronas motoras, o motoneuronas alfa, también llamadas grandes fibras y las fibras pequeñas o motoneuronas gama. Las motoneuronas alfa poseen su núcleo en el asta anterior de la medula espinal.

Una motoneurona y todas sus fibras musculares que inervan sus terminales de axón constituyen una unidad motora. Según el tamaño y la función del músculo poseerá una o varias unidades motoras. Los músculos pequeños y los que se ocupan de pequeñas gradaciones de contracción tienen, necesariamente, unidades motoras más pequeñas que los músculos mas voluminosos cuyo funcionamiento implica contracciones más intensas . (Snell,1982, pag. 133, 147)

Las motoneuronas gama inervan los husos musculares . Constituyen un medio de regulación central de la contracción muscular a lo largo de una vía indirecta denominada “bucle gama”.

Las fibras sensitivas pueden ser también de dos grupos, las grandes, del grupo I, que poseen terminales sensitivas en los receptores del músculo (huesos y órganos tendinosos) y las fibras más pequeñas, del grupo II que probablemente facilitan la sensación de dolor muscular (Gowitzke y Milner, 1999)

El músculo posee cuatro particularidades que lo caracterizan: irritabilidad , contractilidad, distensibilidad y elasticidad . De todas ellas la contractilidad es la más destacable de sus funciones ya que es la más específica de este sistema .

Con el término “contractilidad” se hace referencia a la capacidad del músculo para producir tensión entre sus extremos: para ejercer una tensión.

Esta tensión está regulada a través del sistema nervioso central por impulsos nerviosos que llegan a la unión neuromuscular provocando la emisión de una sustancia trasmisora que se difunde a través de la unión neuromuscular (espacio sináptico) y excita químicamente la fibra muscular al unirse al receptor postsináptico de la placa. La excitación queda evidenciada por la generación y conducción de los potenciales de acción en el sarcolema de la fibra muscular. La conducción de dichos potenciales a lo largo de la fibra muscular inician la cadena de sucesos que lleva al acortamiento de los elementos contráctiles de las miofibrillas y a la producción consiguiente de tensión en el músculo. (Gowitzke y Milner, 1999)

Una de las funciones básicas del sistema musculoesquelético es, como dijimos, la motlidad de las palancas óseas. A través de esta función aporta no sólo el desplazamiento del cuerpo sino también la posibilidad de atraer o rechazar objetos. Existen además otras dos funciones de no menor importancia para la vida: la estabilidad y el mantenimiento de la postura. (Hamill y Knutzen, 1995)

Freud (Freud, 1915c. 1917d. 1923b, 1924c) consideró, a partir de las dos primeras funciones, al sistema muscular como el efector a través del cual el individuo puede alejarse de un estímulo traumático y, en la medida que el estímulo cesa, diferenciar mundo interno de mundo externo.

Por otro lado postuló que la pulsión de apoderamiento, sustentada en el sadismo de la pulsión, hallará una de sus raíces, en la actividad muscular (Freud, 1905d). De este modo, los componentes crueles de la pulsión sexual provendrán de la pulsión de apoderamiento en el momento en que aún los genitales no han asumido el papel que luego desempeñarán en la vida sexual del sujeto. (Freud, 1905d) Dichos componentes corresponderían a las pulsiones sádicas y anales que dan lugar a la oposición activo- pasivo. Dice además, que lo que sería posteriormente lo masculino, “resulta ser expresión de una pulsión de apoderamiento que fácilmente desborda hacia lo cruel.” (Freud, 1916-17)

Canteros y col. (Canteros y col. 1980) consideran que “la capacidad del sistema muscular, que posibilita el pasaje de la pasividad a la actividad de los organismos, sustenta que sea él la fuente del impulso de dominio y que permita el desarrollo de una autonomía creciente de los individuos con respecto del medio”. (pág. 49)

Según Grus y col. (Grus y col., 1996. pag. 10) “...el músculo es el efector a través del cual el yo participa activamente en las modificaciones de mundo exterior, mediante el vínculo preformado entre percepción sensorial y acción muscular.”

Para Chiozza la comprensión del sentido del sistema muscular giraría en torno a su función principal, la contracción (la relajación, piensa, es secundaria ya que sería la posición necesaria para una nueva contracción). El movimiento, por su parte, sería producto de un ingenioso mecanismo que llamamos aparato locomotor que, gracias a una serie de palancas, logra, a través de las contracciones musculares, producir los desplazamientos del organismo en el espacio. El músculo funciona contrayéndose pero no tiene una finalidad mas allá de dicha función. Ejemplifica esta situación con la función del motor de un automóvil cuya función es el movimiento pero no la dirección del movimiento. En ese mismo sentido la función del músculo es acortarse, pero no comprende la intención general del organismo al que pertenece. Sería, en todo caso, el sistema nervioso el que conservaría la figura del movimiento completo (en el sentido de la intención del movimiento para el organismo).

Según el autor, el músculo es, entonces, “la herramienta” a través de la cual se lleva a cabo una acción, es el motor del movimiento.

Gracias al sistema muscular -y podríamos agregar, en conjunción con el sistema nervioso- el hombre logra tomar para sí o modificar las cosas que lo rodean satisfaciendo sus deseos. En ese sentido, podemos pensar, dice Chiozza, que el sistema muscular se arrogaría la representación del domino del mundo.


IV- CONTRACCIÓN MUSCULAR:

La contracción muscular es la acción o efecto de estrecharse o encogerse que tiene la fibra muscular en respuesta a un estímulo único. (Diccionario de Ciencias Médicas; Best y Taylor)

En condiciones “normales” el músculo se contrae o se acorta en relación directa con la carga sobre la cual ejerce su fuerza; o sea, acorta su longitud al mismo tiempo que mantiene el mismo tono muscular. Este tipo de contracción se denomina isotónica. Produce acortamiento de la fibra muscular y su función es la aceleración. Si consideramos una fuerza y una resistencia que se le opone, en este tipo de contracción, la resistencia es menor que la fuerza del músculo y por lo tanto el trabajo mecánico realizado es dinámico. (Best y Taylor; Lab. Roche)

En una contracción simple, el músculo (o mejor dicho el sarcómero ) no ha sido totalmente activado. Cuando se mantienen fijos los dos extremos de un músculo, (por ejemplo si un sujeto tendiera a levantar un peso que superara la fuerza de contracción del músculo necesario para tal fin), la estimulación ocasiona el desarrollo de fuerza sin modificación de la longitud total del músculo; este tipo de contracción se denomina isométrica. El músculo por lo tanto mantiene su longitud y aumenta la tensión. Este tipo de contracción se consume en contrarrestar fuerzas opuestas, como puede ser el sostén de objetos, el mantenimiento de posiciones contra la gravedad y la fijación de estructuras. La resistencia, en este caso, es igual a la fuerza del músculo y por lo tanto el trabajo mecánico realizado es estático o nulo. (Best y Taylor; Lab. Roche). Este tipo de contracción, parecería tener la función de evitar la elongación, el estiramiento del músculo o la relajación.

Por oposición a estos dos tipos de contracción, el alargamiento posee como función la desaceleración. En este caso la resistencia es mayor que la fuerza del músculo y, por lo tanto, el trabajo mecánico realizado es negativo.

La estabilidad y el mantenimiento de la postura son entonces matices dentro de un mismo proceso que se desarrolla gracias a contracciones de características isométricas. Como veremos luego, estas funciones son desempeñadas fundamentalmente por el tono muscular.




V- EL TONO MUSCULAR:

Existe una cualidad de la tensión muscular que no pertenece al control voluntario y conciente que es la tensión de base. Ésta se puede percibir cuando los músculos se hallan en estado de reposo. La tensión de base es el tono neuromuscular.

Es un estado caracterizado como “semicontracción permanente”. Resulta útil aclarar que no se refiere a un estado “intermedio” de contracción, dado que las fibras musculares sólo pueden estar totalmente contraídas o relajadas (algunas fibras musculares están completamente contraídas todo el tiempo). (Snell, 1982,pag. 147) Por lo tanto, para lograr este estado llamado de “semicontracción” y evitar la fatiga, se ponen en juego diferentes grupos de unidades motoras, y por lo tanto diferentes grupos de fibras musculares, alternativamente. Esto se consigue gracias a la descarga asincrónica de impulsos nerviosos de baja frecuencia de las motoneuronas en el asta anterior de la medula espinal que contribuye al mantenimiento del tono muscular, de la postura corporal y el retorno de la sangre al corazón (Diccionario “El Ateneo”; Snell, 1982)

Básicamente el tono muscular está regulado, por un lado, por un sistema reflejo (arco reflejo) monosináptico simple compuesto por dos neuronas y, por el otro, a través del sistema nervioso central. El grado de tensión en un músculo se detectada por las terminaciones sensitivas (husos musculares y tendinosos -aparato de Golgi-), que transmiten el impulso nervioso por las fibras aferentes a la médula espinal. Allí establecen una sinapsis con las neuronas motoras del asta anterior de la médula que a su vez envían sus impulsos por los axones a las fibras musculares. Los husos musculares mismos están inervados por fibras eferentes gama que regulan la respuesta de los husos musculares, actuando sinérgicamente con el estiramiento externo. De este modo el tono muscular se mantiene reflejamente y se adapta a las necesidades de la postura y el movimiento.(Snell, 1982)

Este modo de regulación del tono neuromuscular, llamado reflejo miotático constituye la base del tono muscular (Cardinali, 1997, cit. por Chiozza y col., 2001)

El tono muscular dependerá entonces de las propiedades físicas de los músculos y de la integridad de los nervios periféricos y sus conexiones centrales .

El tono muscular puede, además, fluctuar con las modificaciones de los estados afectivos que vive un sujeto. Así, una persona que se encuentra en una situación de peligro, aumentará su tono muscular a los fines de aumentar la capacidad de reacción debido a que el tono entre sus propiedades, “permite con mayor facilidad y rapidez el paso del reposo a la actividad o de un movimiento a otro” (Sherrington, 1940, citado por Chiozza y col., 2001)

En relación al sentido del tono muscular, Canteros y colaboradores (Canteros y col., 1980, citado por Chiozza y col, 1993g[1992]) postularon que “El tono muscular(...) se presta adecuadamente para simbolizar la disposición a la lucha por la vida.” (pag. 262)

Chiozza (1996) ha descrito al tono muscular como la cualidad del sistema muscular que le daría una cierta solidez a la forma corporal que no sería precisamente la forma del cuerpo, o no exclusivamente, sino la fuerza de la forma, la permanencia de la forma; en ese mismo sentido, el tono configuraría un tipo de resistencia al cambio de la forma.

Este modo de describir al tono muscular, fue mas tarde modificada por Chiozza y colaboradores (Chiozza y col., 2001) estableciendo, de manera esquemática dos funciones del tono muscular: a) como preparativo para una futura acción, como un estado de alerta normal y b) como soporte, en función de la capacidad para brindarle a cada músculo la firmeza, plasticidad y precisión para llevar a cabo las acciones. Pero ende, tanto los preparativos como el soporte de la acción constituyen una unidad que los autores separan sólo con fines explicativos mas precisos. De modo que el tono pasaría a constituir, según la ocasión, tanto “figura”de la acción, cuando es soporte, como “fondo” cuando es preparativo. (Chiozza y col, 2001, pag 23 y 24)

En el marco de estas ideas, los autores sostienen que el tono muscular normal se puede comprender como un estado de alerta básico y necesario para emprender normalmente las acciones. Si en cambio el movimiento es novedoso o requiere mucha precisión, se produce un incremento del tono en pos de la eficacia requerida. En esta situación están implicadas, además, las expectativas que acompañan a la acción. El estado de alerta se correspondería con una primera acción representada por el aumento del tono muscular que funcionaría al modo de la atención para la percepción, anticipándose a los peligros. (Chiozza y col.,2001)

Cuando, en las fluctuaciones que experimenta el tono muscular, éste aumenta, produce acortamientos musculares que pueden fijarse, constituyendo posturas con limitación del movimiento en las zonas afectadas. Si estas tensiones crónicas se instalan con mucha intensidad pueden incluso llegar a sufrir una evolución hacia la fibrosis o conferir una forma particular a la estructura ósea, desde cifosis, lordosis, escoliosis o aparecer exostosis u osteofitos en un intento de estabilizar la articulación.

Según algunos autores los osteofitos, llamados también “osteofitos de tracción”, no devendrían como “producto” de la contractura sino que sería la misma patología articular la que generaría la contractura y los osteofitos. Esta idea podría ser puesta en duda si consideramos la hipótesis que la contractura le “ahorraría” al músculo el trabajo de estar tenso.


VI- LA POSTURA CORPORAL:

La postura corporal puede definirse como “la posición adoptada por el individuo dentro del medio”. “Depende del grado y distribución del tono muscular y, por lo tanto, de la actividad de las neuronas motoras que inervan los músculos” (Snell, 1982 pag. 152). La coordinación exitosa de todas las influencias nerviosas da como resultado una postura normal.

A partir de la aparición del concepto de sistema se ha intentado comprender la postura corporal como el resultado de un conjunto de modificaciones tendientes a mantener el control de la posición erecta. Varios tipos de entradas sensoriales que coaccionan entre sí llevan a cabo esta función: la visión y señales procedentes de las piernas y los pies, el aparato vestibular, los músculos paravertebrales y el sistema oculomotor (Liebenson, 1999, pag 419). De este modo, la posturología habla de un sistema postural del cual su máximo exponente es el tono muscular (ídem pag.411).

El tono muscular que mantiene la postura corporal lo hace gracias a un complejo mecanismo que involucra tanto un arco reflejo, llamado reflejo miotático, como por inervaciones provenientes de los laberintos, los músculos del cuello, cerebelo, cerebro medio y los centros cerebrales además de las informaciones procedentes de otros grupos musculares, articulaciones, tendones y receptores cutáneos. Todo esto da por resultado los impulsos nerviosos que influyen sobre las células grandes del asta anterior del médula que controlan, finalmente, las fibras musculares (Snell, 1982)

Por lo tanto la postura normal no depende solamente del arco reflejo, sino también de todos los otros centros que influyen o colaboran en establecer la postura.

M. Moliner define a la “postura”, en su primera acepción, como “una manera de estar una cosa dependiente de la manera de estar sus partes unas respecto de otras” y también, en su segunda acepción, como “actitud”. De esta última dice que es la “posición adoptada por alguien en relación con un asunto o manera de estar dispuesto para hacer alguna cosa” (M. Moliner,1991). Las actitudes son, además, las disposiciones para las acciones .

La actitud, entonces, implica una particular disposición del ánimo. Dichas disposiciones pueden manifestarse en las diferentes posturas corporales que adopta un sujeto para llevar a cabo una acción. Las posturas se corresponderían entonces con la expresión de particulares emociones reflejadas en la posición que adopta una persona ante las circunstancias que vive. Podemos considerar por lo tanto que tendrían la característica de ser acciones específicas.

En síntesis, siguiendo este desarrollo, la postura, en sí misma, es una acción específica para llevar a cabo otra acción e indicaría, además de una posición , una actitud.

Desde ese punto de vista se puede observar a la postura como producto de una modificación afectiva y por lo tanto representar al afecto en su conjunto. Ejemplo de esto sería la posición de la cabeza gacha propio del sentimiento de humillación o la cabeza levantada propio del orgullo. (Bianconi S, 2001)

Por otro lado “mantener una postura”, implica la idea de “sostener una creencia”. Volveremos mas adelante sobre este tema.


VII- LA CONTRACTURA MUSCULAR

Fisiológicamente, si se aplica un estímulo repetitivamente a una fibra muscular a un ritmo lo bastante rápido como para que cada estímulo sucesivo reactive los elementos contráctiles antes de que la tensión previa haya remitido por completo, las sucesivas respuestas se suman, añadiéndose cada una de ellas a la anterior hasta alcanzar un nivel máximo. Si continúa la estimulación, la contracción máxima se mantiene a este nivel. Esta respuesta se conoce como Tétanos o contracción tetánica. Este nivel máximo irá declinando progresivamente a medida que avance el cansancio de la fibra muscular. De cesar la estimulación, la tensión remite rápidamente. Si, no obstante, la estimulación repetitiva se prolongara demasiado, se producirá una contractura y la relajación será mucho mas lenta que lo habitual (Best y Taylor, Snell).

Podemos entonces establecer una escala donde el primer eslabón entre el estímulo y la contracción, está dado por un estímulo con una frecuencia constante que afecta a la fibra muscular en el período de relajación, tendríamos como resultado un temblor o también llamado tétanos incompleto (involucra en este sentido músculos agonistas y antagonistas). Si afecta al músculo en su período de contracción, estaríamos frente a un tétanos completo. Si el estímulo no cesara estaríamos frente a una contractura y si la contractura no cediera nos encontraríamos con una rigidez muscular permanente.

Esta descripción, en realidad sólo a los fines prácticos, nos resulta útil para comprender a la contractura muscular como un eslabón dentro de una cadena de sucesos, pero a los fines fisiopatológicos, el tétanos y la contractura no son eslabones. El tétanos tiene generalmente un “origen” metabólico, como por ejemplo la hipocalcemia que ocurre en la anorexia. En cambio la contractura afecta al músculo en un sujeto en el que, aparentemente, no padece de otros trastornos (tomando como ejemplo la contractura muscular simple).

Siguiendo la descripción que se realiza habitualmente, usando el modelo causalista, de la medicina organicista, la alteración funcional que lleva a una contractura del órgano, se explica como una retracción muscular como producto de un esfuerzo que mantiene la contracción del músculo por un período prolongado. Entre los motivos se encuentran “malas” posturas; causas reactivas, como las contracturas antálgicas o por sección de fibras antagonistas; metabólicas ; nerviosas periféricas (irritación de una fibra nerviosa) y nerviosas centrales.

Las consecuencias de las contracturas musculares son variadas, desde un ligero dolor o molestia que le impide al sujeto un apropiado desplazamiento de sus miembros, hasta un intenso dolor con una pronunciada incapacidad en la motilidad del cuerpo o parte de éste.

Existe un gran número de patologías que tiene como manifestación clínica la contractura muscular secundaria a otras afecciones. Debido a que “contractura” es “acortamiento”, se presenta en asociación a muchas patologías osteoartículomusculares , neurológicas y reumatológicas. En este trabajo me referiré a la popularmente llamada “contractura muscular” que es, en última instancia una alteración del tono muscular que no involucra, en principio, otros sistemas del organismo.

La comúnmente llamada contractura muscular es, según Houssay, el aumento de la tensión y el acortamiento de un músculo o una fibra muscular que se mantiene en forma prolongada, sin que haya un tétanos.(Houssay, Pág. 1012) Contrariamente a las rigideces provocadas por diversos agentes que coagulan las proteínas musculares, la contractura es un proceso reversible. Es, a fin de cuentas, un aumento del tono muscular producido, fisiopatologicamente, por una excitación nerviosa repetitiva (Houssay, pag 1012).

No se sabe con certeza que es lo que produce las contracturas musculares (simples). A veces puede suceder que después de un ejercicio muscular agotador, particularmente en personas no entrenadas, puede producirse dolor, cierta rigidez y endurecimiento de los músculos afectados por el trabajo. El dolor es siempre lo primero en aparecer, en tanto que la rigidez y el endurecimiento son posteriores y pueden durar bastante tiempo. La “causa” del dolor no se conoce con exactitud. En los casos de actividad muscular intensa, se cree que puede estar relacionada con la acumulación de metabolitos ácidos celulares al estar el músculo trabajando bajo condiciones isométricas. (R. O. Ciró, 1987) Dicha contracción, sostenida en el tiempo, es la que conduce a generar procesos de isquemia muscular. De este modo, los productos finales del metabolismo tisular del músculo isquémico, se transforman por sí mismos en una fuente de dolor.

En las contracturas se observa una activación del metabolismo muscular, un aumento de la producción de calor, glucólisis y formación de ácido láctico. (Houssay, pag1012)

Todas estas consideraciones nos hacen pensar en un estado muscular en permanente actividad, un músculo sin descanso, un músculo que, intenta llevar a cabo la acción, aparentemente independiente del control neuronal, y que resulta, por este motivo, fallida.


VIII- CAMINOS HACIA LA COMPRENSIÓN DEL SÍNTOMA


”Inútil es pretender (...) que la seguridad retorne bajo la forma de un proyecto que intentamos forzar, volcando en él, con terquedad, nuestra vida. Sólo conseguimos de este modo apurar el fracaso. Más nos valdría admitir que no nos queda otro recurso que esperar que nuestro panorama se aclare, manteniendo en el mínimo nuestro impulso hacia adelante y alimentando con todo cariño los resortes de nuestra fuerza vital.”
(L. Chiozza, 1984e)

Habíamos dicho que la contractura muscular presenta dos tipos de manifestaciones: dolor y rigidez. Tomemos inicialmente, a los fines prácticos, esta segunda manifestación.

A) Acerca de la rigidez:

Según Chiozza y colaboradores (Chiozza y col, 2001) ante el fracaso de la acción eficaz de estar alerta, o sea ante el fracaso de la obtención del tono adecuado (coherencia en el accionar), surge el sentimiento de alarma como representante de dicho fracaso. El sentimiento de alarma es una forma de miedo en la cual el tono muscular desempeña un papel preponderante.

Cuando dicho sentimiento se hace intolerable para la conciencia, su clave de inervación defensivamente se desestructura y el total de la investidura de la clave se desplaza sobre su elemento mas representativo, el tono muscular, del cual sus exponentes “somáticos” son la parálisis (considerada como rigidez) y el temblor. (Chiozza y col., 2001 pag. 26,27,28)

Según los autores, la rigidez expresaría “el fracaso en el accionar que nace de una interferencia en la intención”. Sería el deseo de inhibir o paralizar la acción cuando ésta nace de expectativas ambivalentes” . (Chiozza y col., 2001, pag 31)

En el trabajo “los significados inconciente específicos de la esclerosis”, (Chiozza y col., 1993f [1992]) se plantea que el término “rigidez " se halla relacionado con “rigor ”, en función de su vínculo con “la dureza”, y poseen, ambos, un núcleo de significación común con “esclerosis ” en la medida que aluden, aplicadas en un sujeto, a “una actitud firme, sin vacilaciones, “confiada” y temeraria” .

La esclerosis expresaría “un trastorno en la “capacidad de conformación”, junto con la imposibilidad de hacer conciente un tipo particular de sentimiento de disconformidad denominado “disconformidad esclerosa”. Dicho sentimiento está caracterizado por la situación en la cual un sujeto espera que las circunstancias cambien y, aferrándose, a sus hábitos, y costumbres, insiste pertinazmente con la intención de modificar así el mundo que no se ajusta a sus deseos. Este tipo de disconformidad adquiere características de la irresponsabilidad paranoica debido a que es el mundo, y no él, el que debe cambiar. (Chiozza y col. 1993f [1992]).

W. Reich (Reich, W. 1933) desarrolla la idea de “coraza muscular” a partir del concepto de “coraza caracterológica”. Describe al carácter como una alteración crónica del yo que se desarrolla, al modo de una estructura dura, como resultado del conflicto entre las demandas instintivas y el mundo exterior frustrante. Esta descripción que ha dado en llamar “coraza caracterológica” se puede manifestar, según el autor, bajo la forma de actitudes musculares fijadas crónicamente. El aumento del tono y la rigidez muscular, dice, son claros índices de la inhibición de la agresión. Extendiendo esa idea, sugiere que “todo aumento del tono muscular en dirección a la rigidez indica que ha sido ligada una excitación vegetativa, una angustia o la sexualidad”. (W. Reich, 1933)

Establece luego una diferencia entre la tensión muscular en la excitación sexual y la tensión muscular en la angustia. En la primera, dice, la musculatura se halla en tono, es decir, lista para la acción motriz. En la segunda, en cambio, la tensión muscular se torna duradera Esta tensión puede ser reemplazada por parálisis si sigue una reacción de terror o por la reacción de huida motriz (ejemplifica esta idea con la espera ante el peligro donde la musculatura está tensa, dispuesta a la acción). Agrega además que puede suceder que no se de ninguna de estas dos reacciones, en ese caso estaríamos frente a un estado que, a diferencia de las parálisis de terror, daríamos en llamar rigidez de terror (“duro de miedo”).

Diferencia entonces la parálisis de terror de la rigidez de terror en el hecho que, en la primera, la musculatura se torna flácida, desprovista de energía, mientras el sistema vasomotor, inversamente, se encuentra en plena excitación. En la segunda, en cambio, la musculatura periférica se atiesa, la sensación de angustia falta o es apenas discernible, el individuo está “al parecer calmo”, pero en realidad es incapaz de moverse, incapaz de la huida motriz y también de la huida vegetativa dentro de sí mismo.

Para Reich, entonces la reacción vegetativa de la angustia se puede manifestar a través de la rigidez muscular. Es decir que la misma excitación que en el caso de la parálisis de terror se retira “al centro del organismo”, forma, en la rigidez de terror, una coraza muscular periférica del organismo.

En síntesis, según el autor, la coraza muscular es “la tensión muscular duradera y no resuelta en la actividad motriz que absorbe las energías que de otra manera aparecerían como angustia”.(Reich, W., 1949 [1933])

Podríamos intentar entonces una primera aproximación sobre esta base diciendo que la hipertonía de la contractura muscular comparte, con otros cuadros de hipertonía, la característica de ser la expresión “somática” de un afecto desestructurado; particularmente el sentimiento de alarma. Este sentimiento se refiere a la formas del miedo que Dumas (Dumas cit. por Chiozza y col,1993, 2001) caracterizó como miedo activo, representado por la hipertonía y excitación, y al parecer coincide con la descripción que hace Reich acerca de la rigidez de terror.

Por otro lado, en el sentimiento de alarma podríamos diferenciar, esquemáticamente, la tensión necesaria para la acción, de la postura para enfrentar la acción que, obviamente, determinará en gran medida que la acción sea eficaz. Sería justamente esta segunda situación la que estaría comprometida en la contractura muscular debido a que, como dijimos, la postura, en cuanto actitud, sostiene la acción. La contractura entonces expresaría la necesidad de conservar una actitud y estaría sustentada en la necesidad de mantenerse a la defensiva frente a una acción que es vivida ambivalentemente.

Al mismo tiempo, en la manifestación muscular de este sentimiento deben coaccionar aportes provenientes de otras fantasías como la esclerosa ( y como luego veremos, la ósea) dándole a la contractura la característica de poseer, en su sentido, la intención de aferrarse pertinazmente a una serie de hábitos y costumbres.

Desde este punto de vista podemos pensar que se configuraría una defensa, de tinte paranoide, frente a este particular tipo de miedo donde el sujeto intentaría defenderse a través de una pose que lo mantenga estable y que se evidenciaría entonces como una “postura”.

El conflicto en las acciones le haría sentir al sujeto la necesidad de ocultar su ambivalencia, a través de la impostación de una actitud. De ese modo mantiene para la conciencia el deseo que mejor tolera su yo y oculta, detrás de una impostura, el otro. Podemos imaginarnos que esta situación configuraría un afecto que, por estar involucrado, en mayor medida, el sistema postural, podríamos llamar sentimiento de impostura. (Obstfeld D, 1999, 2000)

De lo dicho hasta aquí lo podríamos imaginar en un esquemático ejemplo: Un sujeto que debe manejar un automóvil durante muchas horas. Se aferra al volante y se mantiene tieso, la vista al frente y la espalda firme.... relajarse, lo vive como una amenaza de un accidente seguro. A medida que el tiempo pasa y el cansancio aumenta, el temor de aflojarse y accidentarse, también. Quisiera parar y descansar un rato, pero debe seguir ... no va ser un “flojo”, debe llegar a tiempo... eso se propuso.... y en su intento de mantener la atención y la firmeza para alcanzar su objetivo “fija” los músculos que le dan sustento a su acción ocultando a su conciencia su otro deseo .


- La rigidez en relación al sentimiento de angustia y seguridad:

Chiozza y colaboradores (Chiozza y col., 1993g [1992]) dicen respecto de la angustia, que la misma surgiría frente a “la descomposición de las ligazones afectivas que (..) hacían sentir [al sujeto] protegido”. Podemos pensar entonces en una vivencia de desprotección que permanecería “oculta” bajo el sentimiento de angustia. Siguiendo este desarrollo, es dable inferir que la angustia a la que Reich se refiere, que se manifestaría en tensiones musculares, podría estar vinculada, en última instancia, al sentimiento de desprotección.

La capacidad de protección y la de sostén (Chiozza y col., 1991c [1990]), se apoyan sobre un sistema normativo adecuado que constituye el sentimiento de seguridad. Dicho sistema normativo, que se erige como decantación de normas sociales, superyoicas y caracterológicas que forjan al sujeto en el transcurso de su vida, se manifiesta, “desde un punto de vista físico, como un aparato óseo normal”.(Chiozza y col,1990). “El sentimiento de seguridad se experimenta, entonces, cuando se dispone de un grupo de normas adecuado, que constituye "el límite" que presta "apoyo", brindando sostén para la acción incierta y protección contra un accionar dañino.” (Chiozza y col, 1991c [1990])

Estas características, propias del tejido óseo, dependen de la dureza, cualidad propia del hueso. “Duro” se aplica a un “cuerpo que se resiste a ser deformado, y también significa (en sentido figurado), que soporta bien la fatiga, fuerte, robusto, firme, constante para sufrir penalidades.” (Chiozza y col, 1991c [1990])

Bianconi (S. B. de Bianconi, 2001) destaca que la columna vertebral, eje alrededor del cual se manifiestan las contracturas, “haría las veces de ‘soporte’ o ‘eje’ normativo a partir del cual se desenvuelve y especializa el carácter”. Esta idea haría pensar en una cualidad de la columna, en relación con la estabilidad que, vinculada con los actos motores que “parten” de ella, brindaría un componente de “estabilidad” , .

Por su parte, los osteofitos, que anteriormente mencionamos en su asociación con las contracturas, se corresponderían con la variante paranoica del sentimiento de seguridad (consolidación) que aparecería como resultado de la incapacidad de remodelación del sistema normativo ante un estímulo que lo requiere.

Por otro lado, “...el sentimiento de desprotección que acompaña a situaciones en las cuales la continencia yoica es insuficiente da lugar a reacciones defensivas que, en el plano de la conducta o el carácter, pueden tomar la forma de dureza e inflexibilidad ” (Chiozza y col, 1991f [1990]). La continencia yoica, entonces, parecería estar emparentada, en la medida que “brinda” seguridad, con el “sentimiento de sí”. Al respecto dice Freud que “todo lo que uno posee o ha alcanzado, cada resto del sentimiento de omnipotencia corroborado por la experiencia contribuye a incrementar el sentimiento de sí” (Freud, 1914c)

En ese mismo sentido, los términos “continente” y “aptitud” están reunidos bajo el sentido de “capacidad” (Chiozza y col, 1997e[1996]); sinónimos de “capacidad” son, entre otros, “habilidad”, “facultad”, “fuerza”, “poder”, “posibilidad”, etc. (M. Moliner, 1991)

Este parentesco parecer reforzarse si consideramos que la palabra “contracción”, si bien se usa en el sentido de la acción muscular para describir la disminución de la longitud de la fibra muscular, significa, al mismo tiempo, “adquirir”. (M. Moliner, 1991). “Adquirir” significa llegar a tener cosas buenas o malas (M . Moliner, 1991) y son sinónimos las palabras “lograr”, “obtener”, “procurar”, etc.

Todos estos significados hacen pensar en una función de la contracción muscular que estaría relacionada con la posibilidad de alcanzar los logros a través de acciones musculares sobre el mundo. Dichos logros estarían relacionados con nuestras capacidades y nuestras habilidades para poder utilizar nuestras fuerzas adecuadamente y procurarnos la obtención de las metas que nos proponemos.

Podríamos decir, entonces que cuando un músculo se rigidifica, como en el caso de la contractura, adquiriría, a los fines de evitar la conciencia del miedo que le despierta la inseguridad, características que serían propias del hueso y características propias del tejido esclerótico. El sujeto, intentaría buscar la estabilidad, endureciéndose, en las normas concernientes a las acciones tendientes a alcanzar o adquirir el “objeto del deseo”. Siente que para “estar seguro” debe hacer las cosas de un único modo e insiste pertinazmente en ello esperando, tercamente, conseguir su objetivo. Esta situación lo llevaría a mantener posturas anómalas ante la imposibilidad de conseguir su objetivo por otros fines. La impostura, entonces, encubre, al mismo tiempo que manifiesta el conflicto. Encubre la carencia en la habilidad intentando conseguir la eficacia de la acción a través de la fuerza. Insiste, como quien desea levantar una piedra más pesada que lo que le dan sus fuerzas, en un único modo de conseguirlo y cree, que “a la larga”, lo va a conseguir.

La posibilidad de adquirir habilidades parece depender, en parte, del ejercicio continuo de la acción tolerando la frustración y admitiendo la derrota para volver, en un nuevo y tenaz intento, una y otra vez, desde distintos ángulos, a su objetivo. Para ello hace falta confianza y seguridad y la posibilidad, en parte, de entregarse, sin rivalidad, a las enseñanzas de un otro que pueda ayudarlo en ese camino de ir adquiriendo habilidades. Quizás sea justamente esto último lo que compromete al sujeto en una lucha entre mociones opuestas del yo, entre entregarse y aferrarse a su “independencia” cuando esa entrega es vivida como un sometimiento.

B) Breve referencia acerca del dolor:

“Dolor” significa, en su segunda acepción, “aflicción”, “padecimiento”, “pena”. (M. Moliner, 1991) “Duelo”, deriva de “dolor” y posee el significado primitivo de "recibir golpes", "ser batido” en la lucha (Chiozza, 1968, pag 114).

El dolor, entonces podría representar el deseo de sobreponerse, en una lucha estoica , que se bate entre fijarse a una meta o ceder a ella y al duelo que no se realiza al mantener justamente la lucha en ese particular y rígido modo. El dolor entonces señalaría la presencia de un conflicto inconciente constituido por el esfuerzo en la pertinacia con la que se enfrenta una acción.

El dolor aparece, pues, en lugar del duelo, duelo que no implicaría la renuncia al logro, pero si la renuncia a ese particular modo de tramitarlo.

La descripta asociación entre la contractura y la cefalea (Cécil, 1986), resulta comprensible desde su significado al considerar al lema como un principio de acción (Chiozza y col., 1991b [1990]) (en ese mismo sentido, los pensamientos son pautas de acción a pequeña cantidad). Si tenemos en cuenta que, según lo que venimos planteando hasta aquí, en la contractura se manifiesta una coexistencia de dos acciones contrarias, tenemos entonces un vínculo coherente entre el dilema que acontece en la jaqueca (Chiozza y col., 1991b [1990]) y la contractura. Así, en la idea de mantener una postura está implicada la idea de sostener una creencia, libre de ambivalencias y en la idea de la impostura estaría implicada la negación de la ambivalencia.


IX- EL PUNTO DE FIJACIÓN DEL SENTIMIENTO DE IMPOSTURA

Los conceptos de regresión y fijación se hallan indisolublemente ligados en la teoría psicoanalítica debido a que siempre se “regresa”, frente a frustraciones importantes, a un punto de fijación, determinado por una situación traumática durante la primacía de una determinada zona erógena. (Chiozza y col, 1991ª [1990])

Nos preguntamos entonces cuál podría ser el momento de la vida en el cual la postura adquiere tal primacía.

Existe una etapa de la vida en la cual la función postural parece alcanzar su mayor importancia. Este período, comprendido entre el primer y segundo año de vida, se caracteriza por presentar uno de los mayores logros en lo que se refiere a la postura corporal. El niño, no sólo consigue mantener la estabilidad cervical, como un primer paso hacia la localización del objeto de su curiosidad sino que además entran en juego, en mayor medida, los músculos intervertebrales (entre otros) que le darán la posibilidad a lo largo de ese segundo año, de adquirir y mantener la postura erecta, el desplazamiento del cuerpo en bipedestación y alcanzar, gracias a ello, los objetos de su entorno.

En este mismo período es donde podemos suponer que Freud sitúa la primacía de la organización pregenital anal sádica cuya corriente activa surge de la musculatura corporal bajo la influencia de la pulsión de apoderamiento.

Chiozza y colaboradores, (1991e [1990]) señalan que tanto Klein como Aberastury han afirmado que la bipedestación y la marcha forman parte del proceso de desprendimiento de la madre. Este proceso se inicia con el destete y responde, por un lado, a la necesidad del niño de preservar a la madre de sus fantasías destructivas, y por el otro el de “encaminarse” hacia el padre. De este modo, junto con la marcha, el niño adquiere independencia ya que puede acercarse o alejarse de los objetos a voluntad .

Plantean que la función de locomoción de los miembros inferiores simbolizaría dicho movimiento o acción de encaminarse desde la madre hacia el padre o lo que es simbólicamente similar, desde en entorno familiar hacia el mundo circundante.(Chiozza y col., 1991e [1990).

Dentro de esta función de locomoción podemos pensar que participa, como sustento de la acción, la postura que el niño ha adquirido a lo largo de su segundo año de vida. La base del camino que el niño inicia estaría sostenida por la postura corporal que asegura su accionar.

La postura corporal adquiere entonces, su mayor conquista en el momento de pasaje de la posición de gateo a la bipedestación, momento en el cual podemos suponer el establecimiento de un punto de fijación al que podríamos denominar “postural”.

¿Sería posible pensar que en los conflictos posturales que atañen al sujeto contracturado estarían involucradas fantasías concernientes al movimiento relacionadas con conflictos en el acercamiento al padre en tanto representación de la ley y los límites?

Hemos escuchado reiteradamente al Dr. Chiozza decir que a diferencia de la madre que premia el esfuerzo, el padre es quien premia el resultado . De este modo se comprende que “lo masculino” (que Freud hallara como expresión de la pulsión de apoderamiento que se satisface gracias la sistema muscular) deba sustentarse sobre la identificación con el padre de quien adquirirá, el niño, la capacidad para alcanzar los logros mas allá del esfuerzo necesario para obtenerlo. Podemos pensar entonces que, frente a la dificultad que siente el sujeto en el acercamiento al padre, por rivalidad, busca alcanzar sus logros en forma “independiente”, rechazando el aprendizaje que configuraría la adquisición de los esquemas de acción. Intentaría entonces obtener los logros a expensas del esfuerzo, esperando, de esa manera, alcanzar a la misma meta.

Por lo tanto cuando el yo fracasa en su intento de mantener una postura coherente con su accionar, por conflictos inherentes con el accionar mismo, el remanente de excitación puede manifestarse como un afecto: el sentimiento de impostura.

Cuando el sentimiento de impostura se hace intolerable para la conciencia, su clave de inervación se desestructura defensivamente y el total de la investidura de la clave se desplaza sobre su elemento mas representativo. (Chiozza, 1975b). Es decir, sobre aquellos elementos musculares que mantienen la postura corporal produciendo alteraciones funcionales que, privadas de su vinculación con el sentimiento de impostura, se experimentan en la conciencia como dolor y rigidez.

En síntesis, en el sujeto contracturado, el dolor, la rigidez y la postura “forzada” pueden ser interpretados como símbolos del sentimiento de impostura que no ha podido “aflorar” a la conciencia por resultarle intolerable. Dicho sentimiento de impostura surgiría a partir de la sensación de no poder alcanzar los logros que se ha propuesto; logros que el sujeto no se siente seguro de alcanzar y que estarían teñidos de fantasías de triunfo edípico.


X- FANTASIAS IMPLÍCITAS EN EL TRATAMIENTO DE LA CONTRACTURA

Dentro del tratamiento de las contracturas musculares figuran una serie de “maniobras” tendientes a: reactivar el flujo sanguíneo a la zona afectada; corregir los defectos posturales; intentar “devolverle” al músculo su tonicidad normal; miorelajantes y analgésicos .

Lo mas frecuente es que se empleen masajes cuya función sería la movilización de las estructuras profundas que permitan estimular el flujo sanguíneo a la zona afectada, y de ese modo, reducir el dolor a través de la eliminación de los productos tóxicos. Para que durante la tarea la fricción de la mano del terapeuta se reduzca en su contacto con el paciente, éste recurre a una solución oleaginosa. Podemos pensar que dicha solución remedaría a la secreción sebácea que humecta la piel y mas específicamente del unto sebáceo propio de feto. (Baldino y Del Mar)

Por lo tanto la tan común relación entre los masajes y las caricias la podemos comprender como el intento de buscar en el masaje la tranquilidad y la protección a través del contacto en una relación que le brinde la seguridad frente a un mundo que siete hostil y rudo. Es como si, a través de esta actividad, el sujeto se entregara a un vínculo que tiene particularidades de contacto materno.

Si tenemos en cuenta que a través del sistema muscular el hombre da el primer paso hacia la instauración del principio de realidad (Freud S., 1930a), se comprende que el masaje tenga en su sentido la fantasía de devolverle al sujeto una realidad regida por el principio de placer, ya que la fuerza muscular al ser ejercida por un tercero, le “devuelve” la fantasía de sentirse amparado.

Algo similar sucede con los tan recomendados baños de inmersión. Es común atribuir a éstos la ilusión de retorno al vientre materno y las fantasías de protección y seguridad.

Por lo tanto, podemos pensar que el sujeto, en su contacto con el masajista, reactiva antiguas fantasías de protección y seguridad donde no entran en juego temores y ambivalencias propias de la lucha por la vida en la cual, como mencionamos, es “premiada” la eficacia de la acción y no el esfuerzo mismo.

Los miorelajantes y los analgésicos parecen corresponder con una fantasía en parte diversa. Es como si a través del analgésico el sujeto recibiera una idea tranquilizadora: “no te alarmes, aquí no pasa nada, no hay nada que temer”. Pero, como se comprenderá es un intento maníaco de negar la situación que el sujeto siente inevitable. De ese modo actúan también los estímulos criogénicos, que a través del frío anestesian los centros de dolor y le permiten a sujeto moverse “como si nada pasara”, aplica, como se dice popularmente “paños fríos” al conflicto.

El calor, en cambio, actuaría como un intento de reactivar una zona “endurecida”, sería también un intento maníaco de poner en actividad una zona en conflicto; es como si el calor incentivara al músculo a moverse pasando por encima de sus dificultades.

El tratamiento que parece mas adecuado, desde el punto de vista de su significado, residiría en el movimiento pasivo del músculo, que si bien parece tener cierta familiaridad con los masajes, tendría la intención de devolverle al músculo el tono adecuado en un progresivo y lento restablecimiento. Funcionaría al modo de un maestro que, libre de rivalidad, le enseña a su alumno, paciente y moderadamente, los distintos modos para llegar a su objetivo. De ese modo el sujeto podría ir recuperando la confianza y la seguridad que le permiten intentar otros caminos alternativos para alcanzar su meta...... o desistir de ella.



SÍNTESIS:

1- A partir de la anatomía y fisiología hemos visto que el sistema motor del reino animal abarca tres sistemas anatómicos interrelacionados: el sistema esquelético, el sistema muscular y el sistema nervioso. El sistema musculoesquelético, junto a sistema nervioso, aporta no sólo el desplazamiento del cuerpo sino también la posibilidad de atraer o rechazar objetos. De este modo el hombre logra tomar para sí o modificar las cosas que lo rodean satisfaciendo sus deseos. En ese sentido el sistema muscular se arrogaría la representación del domino del mundo. Existen además otras dos funciones de no menor importancia para la vida: la estabilidad y el mantenimiento de la postura corporal que se logran, entre otros mecanismos, a través del tono muscular.

2- El tono muscular se puede comprender como un estado de alerta básico y necesario para emprender, normalmente, las acciones. Si en cambio el movimiento es novedoso o requiere mucha precisión, se produce un incremento del tono en pos de la eficacia requerida. En esta situación están implicadas, además, las expectativas que acompañan a la acción. El estado de alerta se correspondería con una primera acción representada por el aumento del tono muscular que funcionaria al modo de la atención para la percepción, anticipándose a los peligros.

3- Con el nombre de “contractura muscular” se designa, habitualmente, a una disfunción muscular caracterizada por un aumento de la tensión de acortamiento de los músculos.

4- La hipertonía de la contractura muscular, comparte, con otros cuadros de hipertonía la característica de ser la expresión “somática” de un afecto desestructurado; particularmente el sentimiento de alarma. En dicho sentimiento de alarma, que afecta la persona toda, podríamos diferenciar la tensión necesaria para la acción de la postura para enfrentar la acción que, obviamente, determinará en gran medida que la acción sea eficaz. Sería justamente este segundo caso el que estaría comprometido en la contractura muscular debido a que como dijimos la postura (en cuanto actitud) sostiene la acción. La contractura entonces expresaría la necesidad de conservar una actitud y estaría sustentada en la necesidad de mantenerse a la defensiva frente a una acción que el yo no admite.

5- Desde este punto de vista podemos pensar que se configuraría una defensa, de tinte paranoide, frente a este particular tipo de miedo donde el sujeto intentaría defenderse a través de una pose que lo mantenga estable y que se evidenciaría entonces como una “postura”. El conflicto en las acciones le haría sentir al sujeto la necesidad de ocultar su ambivalencia, a través de la impostación de una actitud. De ese modo mantiene para la conciencia el deseo que mejor tolera su yo y oculta, detrás de una impostura, el otro. Esta situación se configuraría como un sentimiento de impostura.

6- Cuando un músculo se rigidifica, en el caso de la contractura, adquiriría, a los fines de evitar la conciencia del miedo que le despierta la inseguridad, características que serían propias del hueso y características propias del tejido esclerótico, o sea el sujeto, intentaría buscar la estabilidad, endureciéndose, en las normas concernientes a las acciones tendientes a alcanzar o adquirir el “objeto del deseo”. Siente que para “estar seguro” debe hacer las cosas de un único modo e insiste pertinazmente en ello esperando, tercamente, conseguir su objetivo. Esta situación lo llevaría a mantener posturas anómalas ante la imposibilidad de conseguir su objetivo por otros fines. La impostura, entonces, encubre, al mismo tiempo que manifiesta, el conflicto. Encubre la carencia en la habilidad intentando conseguir la eficacia de la acción a través de la fuerza

7- La postura corporal adquiere entonces, su mayor conquista en el momento de pasaje de la posición de gateo a la bipedestación, momento en el cual podemos suponer el establecimiento de un punto de fijación al que podríamos denominar “postural”. Cuando el yo fracasa en su intento de mantener una postura coherente con su accionar, por conflictos inherentes con el accionar mismo, el remanente de excitación puede manifestarse como un afecto: el sentimiento de impostura.

8- La contractura, podría simbolizar el esfuerzo por resistir y sostener aquello en que el sujeto siente que debe alcanzar. Un esfuerzo que es vivido como el único modo de alcanzar aquello que se desea y del que no se puede relajar debido a lo que teme perder. Es como si el sujeto contracturado se hubiera planteado un objetivo fijo. Un objetivo que desea alcanzar en el que está implícito la idea de triunfo motivo por el cual teme, al mismo tiempo, no poder alcanzarlo y que en su fantasía le brindaría la ilusión de sentirse seguro.





-------------------------- o -------------------------

BIBLIOGRAFÍA

• Baldino O. y Del Mar J. (1994) Aproximaciones a los significados de “Lo sebáceo” en la piel (primera comunicación). Presentado en la Fundación Luis Chiozza. Bs.As., 1994
• Best y Taylor (1986) Bases fisiológicas de la práctica medica. 11º Edición. Director John B. West, Editorial Panamericana, Bs. As. 1986 (pag 86-109)
• Benítez de Bianconi S. (2001) Sobre el significado inconciente de los trastornos articulares. Presentado en la Fundación Luis Chiozza. Buenos Aires, 2001
• Breuer y Freud, (1893ª) Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos: Comunicación Preliminar. En estudios sobre la Histeria, S. Freud, O. C.,Tomo II, pag 30.
• Canteros y colaboradores (1980) Acerca del significado de la función muscular. Eidon. Año 7 nº 13, septiembre de 1980, pag 33-50. Editorial Cimp-Paidos. Bs. As.
• Carillet René, (1996) Síndromes dolorosos. Dorso. Editorial el manual moderno S. A de CV. México 1996,pag 41.
• Cecil (1986) Tratado de medicina interna. 17º edición. Editorial Interamericana. México. 1988 (pag 2487 y sig.)
• Chiozza L.(1975b ) La enfermedad de los afectos. En Cuerpo, Afecto y Lenguaje. Alianza editorial, Bs. As., 1998
• Chiozza L. (1976b[1971]) Las fantasías específicas en la investigación psicoanalítica de la relación psique-soma. En Cuerpo, Afecto y Lenguaje. Alianza editorial. Bs. As., 1998
• Chiozza L. 1982 Introducción al debate de la película Los Unos y los Otros, comentario realizado en el CIMP, Bs. As. 1982. En Luis Chiozza CD, 2º edición, (r. 4622). In Context, Bs. As., 1996
• Chiozza 1984e en la Búsqueda de los principios de vivir en forma. En Luis Chiozza CD, 2º edición, (r. 5735. In Context, Bs. As., 1996
• Chiozza L., Califano C., Korovsky R., Malfé D.,Turjansky D., Wainer G. (1968) Una Idea de la lágrima. En Cuerpo, Afecto y Lenguaje.,Alianza Editorial, Bs. As., 1998, pag 114.
• Chiozza L.; Obstfeld E. (1991ª [1990]) Psicoanálisis del trastorno diabético. En Los afectos Ocultos en... Luis Chiozza Alianza Editorial, Bs. As., 1997
• Chiozza L.; Aizenberg, S.; Busch D. (1991b [1990]) Cefaleas vasculares y accidentes cerebrovasculares. En Los afectos Ocultos en... Luis Chiozza Alianza Editorial, Bs. As., 1997
• Chiozza L; Baldino G.; Grus L.; Schupack H. (1991e [1990]) “Los significados inconscientes específicos de la enfermedad varicosa” en Los afectos Ocultos en... Luis Chiozza Alianza Editorial, Bs. As., 1997.
• Chiozza L; Grinspon S.; Lanfri E. (1991f [1990]) Una aproximación a las fantasías inconscientes específicas de la psoriasis vulgar. En Los afectos ocultos en ... Luis Chiozza alianza editorial, Bs. As. , 1997, pag 29
• Chiozza L.; Barbero L.;Casali L.; Salzman R., (1993g [1992]) Una introducción al estudio de la clave de inervación de los afectos. En La transformación del afecto en enfermedad, 2º edición. Luis Chiozza alianza Editorial, Bs. As. 1998
• Chiozza L.; Dayen E.;Funosas M. (1993f [1992])Los significados inconscientes específicos de la esclerosis. En la transformación del afecto en enfermedad. 2º edición. Luis Chiozza alianza Editorial, Bs. As. 1998
• Chiozza L.; Dayen E.;Salzman R. (1991c [1990]) Fantasía específica de la estructura y funcionamiento óseo. En Los afectos ocultos en... 2º edición Luis Chiozza. Alianza editorial, Bs. As., 1997
• Chiozza L.; Barbero L.;Busch D.;Chiozza G.; Funosas M. (1997e[1996]) “Las fantasías adiposas en la obesidad”, en Del Afecto a la afección, Luis Chiozza Alianza editorial, Buenos Aires, 1997.
• Chiozza L. ; Chiozza G; Aizenberg S.; Corniglio H.; Grus R. y Salzman R.. (2001e)”Un estudio psicoanalitico de la enfermedad de Parkinson” en Enfermedades y Afectos, Luis Chiozzay Alianza Editorial, Bs.As, 2001
• Ciró Rolando Osmar.(1987) Fisiología deportiva. Librería “El Ateneo” editorial. Bs. As. 1987
• Diccionario de Ciencias Médicas El Ateneo. Editorial El Ateneo , 8º edición, Bs. As. 1988
• Freud S. (1888-89) Traducción con prólogo notas y complementarios, de H. Bernheim, de la sugestión y sus aplicaciones en la terapéutica. En S. Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo I, Bs. As., 1990. Pag 85.
• Freud S. (1905d) Tres ensayos de teoría sexual. En S. Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo VII, Bs. As., 1990
• Freud S. (1914c) Introducción del narcisismo, En S. Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo XIV, Bs. As., 1990, pag 94.
• Freud S. (1915c) Pulsiones y destino de pulsión. En Sigmund Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo XIV, Bs. As., 1990.
• Freud S. (1916-17 [1915-17]) 21º Conferencia de introducción al Psicoanálisis. En S. Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo XVI, Bs. As., 1990
• Freud S. (1917d [1915]) Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños. En S. Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo XIV, Bs. As., 1990
• Freud S. (1923b) El yo y el ello. En S. Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo XIX, Bs. As., 1990
• Freud S.(1924c) El problema económico del masoquismo En S. Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo XIX, Bs. As., 1990 . Pag161
• Freud S.(1926d [1925]) Inhibición Síntoma y Angustia. En S. Freud, O. C., Amorrortu Editores, Tomo XX, Bs. As., 1990. Pag 106
• Freud S. (1930ª [1929]) El malestar en la cultura. En S. Freud , O.C., Amorrortu Editores, Tomo XXI, Bs. As., 1988,pag 57
• Gowitzke Bárbara A. y Milner Morris. (1999) El cuerpo y sus movimientos, bases científicas. Editorial Paiotribo, colección medicina deportiva. 1999
• Grus R. y colaboradores (1996) Acerca de lo muscular, 2º comunicación. Presentado en el CWCM, Bs. As., 1996
• Hamill, Joseph y Knutzen Katheleen M. (1995) Biomechanical Basis of Human Movement. Williams & Wilkins, 1995.
• Hochschuler, Stephen; Colter, Howard; Guyer, Richard. (1994) Rehabilitación de la columna vertebral. Ciencia y práctica. Editorial Mosby Doyma. Madrid, 1994
• Houssay Bernardo y colab. (1954) Fisiología humana. Editorial El Ateneo. Bs. As. 1954
• Laboratorio Novaritis. Dossier científico. Bs. As., 1999
• Laboratorio Roche. (1968) Actualización de tratamientos. Medicina del deporte. Año 23, nº 335, Bs. As. 1968.
• Liebenson Craig. (1999) Manual de rehabilitación de la columna vertebral. Editorial Paidotribo. 1999
• Maria Moliner (1991) Diccionario de uso del español. Editorial Gredos. Madrid, 1991
• Obstfeld D. (2000) Aproximaciones a la comprensión del sentido de la contractura muscular. Presentado en el Simposio de la Fundación Luis Chiozza, Bs. As, 2000
• Obstfeld D. (2001) Aproximaciones a la comprensión del sentido de la contractura muscular(Segunda comunicación). Presentado en el Simposio de la Fundación Luis Chiozza, Bs. As, 2001
• Robbins – Coltran. Patología estructural y funcional. Editorial Interamericana. (3º edición). México, 1988
• Snell, (1982) Neuroanatomía Clínica. Editorial Panamericana. 1º reimpresión de la 1º edición, 1986

No hay comentarios:

Publicar un comentario