lunes, 23 de mayo de 2011

APROXIMACIONES A LA COMPRENSIÓN DEL SENTIDO DE

Dario Obstfeld

APROXIMACIONES A LA COMPRENSIÓN DEL SENTIDO DE
LA CONTRACTURA MUSCULAR (segunda comunicación)

“....toda cura se refleja directamente en un cambio del hábito muscular.”
(W. Reich, Análisis del carácter, pag.349)


En una primera comunicación acerca del mismo tema plantee que el fascículo muscular contracturado simboliza una acción que ha sido inhibida, un conflicto entre “hacer” o “no hacer” - un deseo y la inhibición del mismo- . Dicho deseo inhibido se manifestaría en el intento de mantener activa la fuerza para llevarlo a cabo. De este modo mantiene la tensión muscular como símbolo de una lucha infructuosa por mantener activo el deseo desautorizado.

Sugerí la idea que, en la medida que la contractura simple afecta principalmente a los músculos relacionados con la postura corporal, ese esfuerzo sostenido representaría la necesidad, a ultranza, de conservar una actitud frente al mudo que el sujeto siente que no puede mantener pero tampoco desea abandonar. Dicha situación podría estar vinculada al sentimiento de impostura.

Este trabajo tiene la intención de aclarar algunos comentarios del anterior así como también ampliar la comprensión del tema.

a)La acción como representante de un afecto

Haciendo una descripción esquemática podemos decir que una moción pulsional contendría la pauta de acción específica para calmar la necesidad. Dicha acción, en la medida que es eficaz, hace cesar el impulso en la fuente que le ha dado origen; pero, si la acción es insuficiente para tal fin surge, como remanente, el afecto correspondiente. (Chiozza L., 1998[1975])

Un afecto reprimido puede manifestarse a la conciencia, de manera simbólica y sustituta, en la descarga a través de los componentes de acción motora que corresponden al afecto en conflicto (Chiozza L., 1978, pag 164).Dichos componentes de acción motora están indisolublemente ligados con el afecto que las determina. En ese sentido, G. Chiozza escribe: “el afecto es, primariamente, la información que necesita el yo para llevar a cabo la acción “ (G. Chiozza, 2000).

Las acciones, por lo tanto, no sólo comprometen afectos si no que están condicionadas por éstos. Y esas mismas acciones o “actos motores (...) constituyentes de las acciones eficaces o específicas, poseen también, como los afectos, "claves de inervación" propias y exclusivas para cada uno de ellos.” (Chiozza 1986)

b) La postura como expresión de emociones

El diccionario define a la “postura” como “...acción ,figura, situación o modo en que está puesta una persona, animal o cosa (DRAE, 1992). También define a la postura como “actitud que alguien adopta respecto de algún asunto”(DRAE, 1992). Las actitudes son las disposiciones para las acciones; por lo tanto comprometen, por si mismas, acciones que pueden ser ejecutadas, por ejemplo, mediante posturas corporales.

Las actitudes o las posturas que adopta una persona, estarán indisolublemente ligadas con la expresión de las emociones ante las circunstancias que vive .

Ejemplo de ello es la posición de la cabeza inclinada, propio del sentimiento de humillación; la cabeza erguida, del orgullo o la arrogancia (S. B. de Bianconi, 1998); los hombros levantados, del sentimiento de irresponsabilidad (Darwin citado por Obstfeld E., 2000), etc.

Podemos concluir, entonces: a) que la postura es una acción b) que como toda acción, estará determinada por los afectos que conlleva y c) que en la medida que es una preparación para la acción (disposición), es una acción tendiente a llevar a cabo otra acción.

Parece factible pensar que la eficacia de la acción para aplacar la necesidad estaría indisolublemente determinada, mas allá de la “posibilidad real” de llevarla a cabo, por la existencia o no de conflictos en la ejecución y resultado de dicha acción. Siguiendo este modelo, las diferentes posturas para enfrentar las acciones dependerán de la concordancia o no entre los intereses del yo que determinan la pose que adoptará un sujeto.


c)La postura corporal como forma de una impostura

W. Reich (citado por Chiozza y col., 1992) dice que “cuando un impulso encuentra una inhibición, se puede escindir. Una parte se vuelve contra la propia persona y otra conserva la dirección original hacia el mundo exterior. En el punto en el cual las dos tendencias, debido a que son fuerzas contradictorias, se anulan, se produce una "parálisis" o rigidez.”

Chiozza (Chiozza L. , 1986a) considera que el tono y la coordinación muscular inconsciente del movimiento, se organizan como una “trama de fondo ” de todo movimiento voluntario o intencional. En la contractura, el aumento del tono muscular parecería determinar que la trama de fondo pasara a ser figura; una figura que adquiere el sentido de representar un particular conflicto inconsciente. “..el endurecimiento que surge en la contractura del cuello y la espalda podría simbolizar una resistencia a la actitud de sumisión, representada en las expresiones " agachar la cabeza " o " inclinarse (espalda inclusive), o doblegarse, ante la realidad ". (Chiozza y col. 1993f[1992], pag 147).

Por lo tanto una forma de encubrir los afectos que resultan penosos podría ser justamente ocultar las posiciones corporales que delataran dicho afecto. El ocultamiento se manifestaría a través de la impostación de una actitud y en el intento, a ultranza, de conservar una posición que el sujeto siente que no puede mantener (D. Obstfeld, 2000)

De este modo la contractura muscular parecería ser un síntoma de carácter defensivo, en el intento de mantener la forma de un sujeto acorde con su accionar cuando, por otro lado, vivencia su accionar como algo conflictivo.

E. Obstfeld (E. Obstfeld, 2000) relaciona la contractura de los músculos superiores de la espalda como la expresión simbólica del sentimiento de irresponsabilidad cuando se torna intolerable a la conciencia del sujeto.

d) La contractura y la rigidez muscular.

“El tono muscular, que es un estado de semi-contracción permanente, se presta adecuadamente para simbolizar la disposición a la lucha por la vida” (Canteros y col., 1980 citado por Chiozza y col., 1993g[1992])

Para Reich (Reich, W. 1949[1933]) la coraza caracterológica se puede manifestar bajo la forma de actitudes musculares fijadas crónicamente. El autor, sostiene que el aumento del tono y la rigidez muscular son claros índices de la inhibición de la agresión .

Reich establece una diferencia entre la tensión muscular en la excitación sexual y la tensión muscular en la angustia. Dice que en la primera la musculatura se halla en tono, es decir, lista para la acción motriz, para la contracción y el relajamiento. En la segunda, en cambio, la tensión muscular se torna duradera si no va seguida de la actividad motriz (por ejemplo en la espera de un peligro, la musculatura está tensa, dispuesta a la acción).

Esta tensión, dice Reich, puede ser reemplazada por parálisis -flácida- si sigue una reacción de terror o por la reacción de la huida motriz. Agrega además que puede suceder que no se de ninguna de estas dos reacciones; estaríamos entonces frente a un estado que, a diferencia de las parálisis de terror, la llama rigidez de terror (“duro de miedo”).

Para Reich, la reacción vegetativa de la angustia se puede manifestar a través de la rigidez muscular, o sea, la misma excitación que en el caso de la parálisis de terror se retira al “centro del organismo”, forma en el caso de la rigidez de terror, una coraza muscular periférica del organismo.

La coraza muscular, entonces, es “la tensión muscular duradera y no resuelta en la actividad motriz que absorbe las energías que de otra manera aparecerían como angustia”. (Reich W., 1949 [1933])

Si bien Freud, (1926[1925]) introduce una diferencia entre la angustia y el miedo estableciendo para la primera un inequívoco vínculo con la expectativa, con un carácter de indeterminación y con la ausencia de objeto, Reich parece homologar ambos conceptos. Esta homologación la podríamos comprender a través de la idea según la cual “la angustia de un individuo sería provocada por la descomposición de las ligazones afectivas que lo hacían sentir protegido”.(Chiozza y col. 1993g[1992])

Por otro lado Chiozza y colaboradores (1993f[1992]) plantean que las primeras fases del endurecimiento, que Weizsaecker llamó neuróticas y bióticas , son formas donde se manifiesta la “disconformidad esclerosa” que da lugar a contracturas y fibrositis de los músculos. La disconformidad esclerosa es un tipo particular de disconformidad en la cual el sujeto escleroso espera que las circunstancias cambien y, aferrándose a sus hábitos y costumbres, insiste pertinazmente con la intención de modificar así el mundo que no se ajusta a sus deseos.

El tejido conjuntivo comparte con el tejido óseo las funciones, en distintas intensidades, de protección y sostén (Chiozza y col. 1991c[1990];Chiozza y col. 1993f[1992]). De ambas funciones del sistema normativo deviene el sentimiento de seguridad que alude “a la capacidad de cuidar de si mismo” (Chiozza y col. 1993f[1992]) y que brinda “sostén para la acción incierta y protección contra un accionar dañino” (Chiozza y col, 1991c[1990]). Además, la función de sostén, “da forma al cuerpo” (Chiozza y col. 1993f[1992])

Si tenemos en cuenta que la cronificación de las contracturas musculares puede dar lugar a la manifestación de fenómenos de fibrosis musculares, (que le ahorrarían al músculo el trabajo de estar tenso), y que además, puede sobrevenir (por ejemplo en la contractura cervical) hiperostosis de las apófisis transversas de las vértebras cervicales (llamados comúnmente picos de loro), podemos presuponer que la contractura muscular compartiría significaciones vinculadas con la patología ósea y esclerótica referidas al sentimiento de seguridad.

Podemos pensar entonces que en la disposición a la lucha por la vida, de la que el tono muscular se arroga su representación, acontecen fenómenos que podemos calificar de “inseguridad” que se manifestarían a través de la postura.

Cuando la inseguridad no se tolera en la conciencia se desestructuraría su clave de inervación en uno de sus elementos, el tono muscular, por ser justamente, el más representativo en esta particular lucha.

El sujeto entonces intentaría adquirir seguridad a través de transformar un tejido elástico como el músculo en uno cada vez mas rígido a través del endurecimiento. Este endurecimiento iría desde la contracción sostenida pasando por la fibrosis hasta las formas menores de osificación, donde el sujeto manifiesta la resistencia a un influjo remodelador vivido como un perseguidor externo (Chiozza y col. 1991c[1992]).

Conclusión:

A partir de estas ideas, podemos decir que en la contractura muscular aparece simbolizada la actitud que corresponde con un estado afectivo propio de la lucha por la vida; una lucha que se experimenta estoicamente y que el sujeto siente que tiene que llevar a cabo impostando una actitud que oculta la inseguridad y el temor frente a la dificultad de encontrar una ruta que implique una temeraria defensa o una elegante retirada.


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BIBLIOGRAFÍA

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• Obstfeld Darío, (2000) “Aproximaciones a la comprensión del sentido de la contractura muscular”, Presentado en el Simposio de la Fundación Luis Chiozza, Bs. As, 2000
• Obstfeld Enrique (2000) “Acerca de la responsabilidad, segunda comunicación”. Presentado en la Fundación Luis Chiozza, Julio de 2000
• Reich Wilhelm, (1949[1933]) “Contacto Psíquico y corriente vegetativa”, en ANÁLISIS DEL CARÁCTER. Editorial Paidós Studio, Bs. As., 1997

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