lunes, 23 de mayo de 2011

UNA IDEA ACERCA DE LAS VERRUGAS

María Estela Bruzzon
Darío Obstfeld

UNA IDEA ACERCA DE LAS VERRUGAS

Las verrugas son lesiones inducidas por papiloma virus (PV) cuya morfología adquiere las características de tumores benignos. Se localizan principalmente en la piel y con menor frecuencia en mucosas y semimucosas.

El papiloma virus humano (HPV) afecta más frecuentemente a niños y adultos jóvenes. Si bien su máxima incidencia se sitúa entre los 12 y 16 años de edad, también pueden aparecer en mayores de 40 años.

La localización más común es en el dorso de las manos, plantas y zonas supra y periungueales. Se han descripto también diferentes tipos de verrugas con variaciones morfológicas y topográficas coincidentes con distintas cepas de HPV.

El aspecto típico de las verrugas es el de una superficie rugosa, circunscripta, de color oscuro, cuyo diagnóstico diferencial se hace a partir de la histopatología. En ella se observa papilomatosis, hiperqueratosis y paraqueratosis con acantosis (Fitzpatrick y colab., 1993).

La patogénesis de estas lesiones es incierta habiéndose presupuesto la hipótesis del contagio y la del autocontagio, a partir de soluciones de continuidad en la epidermis. También se ha postulado una mayor incidencia de cierto tipo de verrugas en los casos de maceración de la piel y la participación del factor inmunitario (Ibid).

En esta ocasión intentaremos profundizar en un aspecto del sentido inconciente contenido en la intimidad de las verrugas sin hacer discriminación sobre las variaciones antes mencionadas.

Hacia una interpretación del significado

Chiozza y colaboradores (1991i[1990]) consideran que la piel desempeña las funciones de superficie de contacto y continente. A partir de ideas de Anzieu, quien plantea que una de las funciones del Yo-piel es asegurar la constitución del sí mismo bajo la forma del sentimiento de existir como un ser único, los autores sostienen que la cualidad de “propio” está en estrecha relación con el reconocimiento externo de lo que mostramos de nosotros mismos a los demás. En este sentido sostienen que “la mirada del otro confiere también una significación al sentimiento de sí mismo” (Pág. 176). Además, destacan la importancia de la piel en su función simbólica de autorepresentación del sujeto. Para ello se fundamentan en ideas de Portman quien considera que, “la variaciones de la apariencia atestiguan variaciones de la interioridad” y que la imagen representa algo esencial de aquello “otro”, más “completo”, que permanece oculto. La forma de un ser vivo, tanto en su valor funcional como estético, “es un elemento portador de señales”, es decir, su “presentación” encierra siempre un significado (Pág. 177).


Una hipótesis sobre “el misterio” de la verruga

Watzlawick (1980) dice que desde tiempos remotos es conocida la eficacia de la influencia “mágico-supersticiosa” en el tratamiento de las verrugas. Comenta que popularmente existe el mito que si se le “compra” una verruga a un niño y, por lo tanto, deja de pertenecerle, prontamente desaparece. Agrega que sobre la base de esta interacción simbólica absurda, se produce un resultado totalmente concreto: se contraen los vasos sanguíneos que irrigan esa excrecencia y se reseca el tejido.

En este sentido nos resultó sugestiva la cantidad de mitos populares que poseen un contenido mágico, vinculados a la terapéutica, en las cuales se mencionan el valor de los conjuros, rezos, fórmulas mágicas, imposición de manos y otros rituales realizados por la “bruja local” a los fines de eliminarlas.

Para Freud (1913[1912-13]), de la mano de la cosmovisión animista que pervive en el hombre contemporáneo en las creencias supersticiosas y mágicas, bajo el nombre de ‘ensalmos’ o ‘brujería’, subyace “una indicación sobre el modo de proceder para adueñarse de hombres, animales y cosas o de sus espíritus” (Pág.82).

Dentro de esta cosmovisión aparece la representación de “la bruja” quien, para la imaginería popular, es una figura que se relaciona con el “mal” a partir de un “pacto con el Diablo” por el cual realiza cosas extraordinarias. Se la describe con cualidades perversas y transmite la idea de un comportamiento bajo y rastrero (DRAE, 1950).

Como sabemos, esta representación responde a la proyección de una imago madre “mala” y, como contrafigura idealizada, surge la representación del hada bienhechora. Así, mientras una es fea, mala y sucia la otra es linda, buena y pulcra. (Volveremos más adelante sobre este tema).

Dahlke (1998) destaca que en el mundo de los modelos arquetípicos la verruga “es uno de los distintivos del mal” (Pág. 313) y por lo tanto se le otorga un valor negativo. Según el autor, esta excrecencia despierta oscuras asociaciones que incluyen a la bruja y al sapo , ambos símbolos del Diablo o de los poderes ocultos en general. Considera además, que dicha condición de “maldad” “nacería” del “interior” del sujeto como fantasías que se expresan a través de esa alteración dérmica.

Podríamos asumir que “el mal”, en este contexto, representaría a aquellos impulsos, deseos o fantasías que poseen el carácter de prohibido vinculados a representaciones que, según Freud (1905d), fueron reprimidas en la temprana infancia frente a la pulsión sexual, a partir del establecimiento de los diques anímicos: asco, vergüenza y moral.

Chiozza (2005c[2003]) sostiene que esos tres motivos que Freud señala, “no pertenecen a un mismo nivel de tipificación lógica, dado que los dos primeros son afectos, y el tercero, la conciencia moral, constituye una formación más compleja” (Pág. 172). El autor señala que “la conciencia moral se apoya, fundamentalmente, sobre el asco y la vergüenza, y se ejerce a partir de esos dos afectos esenciales” (Ibid), es decir, asco y vergüenza constituyen en definitiva, “los motivos que determinan la represión” (2008, Pág. 66). Agrega también, que el valor moral estaría en el fundamento de una ética dirigida a la diferenciación del “bien” y del “mal” (Ibid).

Suponemos entonces, a partir de lo antedicho, que aquello que avergüenza o genera asco lo podríamos categorizar como “moralmente malo”. Estas ideas parecen coincidir con el significado de la palabra “verruga” que deriva del término latino verruca que significa, además de “verruga”, “defecto o imperfección del ánimo” (Valbuena, s/f).

Chiozza (2008) plantea que mientras que el asco se constituye inicialmente a partir de la unión del miedo y el odio, la vergüenza nace, al igual que la culpa, del enlace del amor y el miedo. También relaciona la falta de vergüenza en los niños pequeños con la falta del sentimiento de culpa y agrega que alrededor del segundo año de vida, en contacto con sus allegados más íntimos, el niño desarrolla conductas que denominamos culposas. Dichas conductas, que se acompañan de la vivencia de “falta” , se corresponden con los sentimientos de culpa conciente y surgen a partir de las disposiciones latentes contenidas bajo la compuerta de la represión primaria, introduciendo modos de comportamiento vinculados a la malicia, la falsedad y la vergüenza.

Cuando sobre dichas “faltas” recae una defensa melancólica, los sentimientos de culpa conducen hacia los autorreproches y nos sentimos “malos”, podemos entonces fabricarnos “ideales, a veces extremos, cuya cualidad esencial deriva de su condición de contrafigura de nuestra propia o pretendida maldad” (Chiozza, 2005d [2003], Pág 201). Si, en cambio, la defensa es paranoide el “malo” será proyectado en el mundo como si este fuera el motivo de la dificultad para constituirnos en el ideal. A pesar de ello, dice Chiozza, “sea cual fuere la actitud con la cual nos relacionamos con el mundo y la magnitud de nuestra autoestima conciente, todos nos enfrentamos con el hecho de que, en una parte recóndita de nuestra intimidad, nos sentimos feos, malos y sucios” (1995[1989]Pág. 243).

Así, teniendo en cuenta lo planteado acerca de la vinculación entre la verruga y la maldad, pensamos que la verruga podría representar, simbólicamente, cierta cualidad de sentimiento de culpa vinculado a la vergüenza y al asco. Estos afectos “acantonados” en esa excrecencia motivarían la vivencia de sentirse malos, feos y sucios.

En este sentido es habitual observar que quien posee una verruga intente ocultarla pudorosamente de la vista de los demás como si percibiera esta íntima relación entre su lesión y aquellos aspectos de sí mismo que considera dignos de repulsa . Es comprensible entonces que, como dijimos, la mayor incidencia de estas lesiones coincida con el momento de la vida en el que pueden presentarse conflictos con la genitalidad que se prestarían adecuadamente para representarlos.

La formación verrugosa entonces imposibilitaría, por un lado, “exteriorizar” una imagen “buena”, “linda” y “pulcra” de sí mismo, y por el otro, sería el intento de circunscribir aquellos aspectos repudiados a los fines de mantenerlos escindidos; luego, como retorno de lo reprimido, el sujeto vivencia asco y vergüenza por la verruga y no por lo que ella representaría. De este modo, padecer esta lesión podría ser vivido como una condena que implicaría un castigo por esas mismas fantasías.

¿En qué residiría el “poder” de la “bruja” para eliminar las verrugas?

Como hemos dicho bruja y hada componen una misma representación de facetas antitéticas . Como bruja le corresponde las cualidades que el sujeto rechaza de sí mismo; pero, si solamente tuviera estas características carecería de la capacidad de hacer que el sujeto integre aquellos aspectos que él mismo rechaza. Por ello, pensamos, que necesita de la coparticipación de la contrafigura de esta representación, plasmada en el hada que, al aceptar esos aspectos, le permitiría al sujeto, al modo de una disculpa, tolerar la falta que lo distancia del ideal.

A partir de esta idea sería posible pensar que los métodos terapéuticos habituales empleados por la medicina, que intentan eliminar las verrugas, cauterizándolas o quemándolas a través de diferentes ácidos o cortándolas, y que se caracterizan por sus pobres resultados, contendrían la fantasía inconciente de un acto de purificación ineficaz, que remedaría a la antigua creencia de que, quemando a la bruja, salvaban el alma de quien había sido tomada por el Diablo.


Bibliografía

Bidermann, Hans (1993) Diccionario de símbolos. Editorial Paidos. España, 1993.
Cirlot, Juan Eduardo (1995). Diccionario de símbolos Editorial Labor S.A. Colombia, 1995.
Chiozza, L. (1970d [1963-1968]) “Ubicación del lo hepático en un esquema teórico estructural”, en Psicoanálisis de los Trastornos Hepáticos, en Obras completas, Tomo I, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Chiozza, L (1995[1989] “Comentario psicoanalítico sobre el cuento “Flores para Algernon” de Daniel Keyes en Obras completas, Tomo V, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires,2008.
CHIOZZA, Luis (2000e) “Fundamentos para una metahistoria psicoanalítica”, en L. Chiozza, Obras completas, Tomo VII, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Chiozza, L. (2005c [2003]) “El valor afectivo” en Obras completas, Tomo VII, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Chiozza, L. (2005d [2003]) “La conciencia” en Obras completas, Tomo VII, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Chiozza, L. (2008) ¿Por qué nos equivocamos? Obras completas, Tomo XVII, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2009.
Chiozza, L.; Grinspon, S.; Lanfri, E. (1991i [1990]) “Una aproximación a las fantasías inconcientes específicas de la psoriasis vulgar” en Obras completas, Tomo X, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Dahlke (1998) El mensaje curativo del alma Editorial Robin Book, España, 1998.
Diccionario de la Real Academia Española (1950) Editorial Espasa Calpe, España
Freud (1905d) Tres ensayos de teoría sexual en Obras completas, Tomo VII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1988.
Freud (1913 [1912-13]) Totem y Tabu, en Obras completas, Tomo XIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1988.
Fitzpatrick, Eisen, Wolff, Freedberg y Austen (1993) Dermatología en Medicina General. 3ra. Edición. Editorial Panamericana. Bs. As. 1993
Valbuena (S/F) Diccionario latino-español Editorial Librería de la Vda De Ch. Bouret. París.
Watzlawick, Paul (1980) El lenguaje del cambio Editorial Herder, Barcelona, 1980.


Referencias bibliográficas

Barbero, Luis (2002) “Algunas ideas sobre los tumores benignos”.Presentado en la Fundación Luis Chiozza, Buenos Aires, 2002.
Gavechesky y Valente (2007) “Notas acerca de las verrugas”. Presentado en la Fundación Luis Chiozza, Buenos Aires, 2007.




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